Libertad, palabra de alto vuelo.
Libertad, palabra de alto vuelo.
La palabra libertad es una palabra de alto vuelo, tanto que parece inalcanzable.
Tiene tanto valor su significado que pretender dedicarle unas líneas me resulta difícil. Temo quedarme corta de palabras para semejante concepto.
Al hablar de libertad, inmediatamente viene a mi mente la imagen de San Martín. Prócer hoy, pero persona como cualquiera de nosotros con grandes valores, que entregó su vida soñando con un país libre. Muchas veces me pregunto qué pensaría hoy “el libertador de América”.
Si esa libertad añorada significaba ser libres para poder tomar nuestras propias decisiones, y no estar sometidos a la voluntad de terceros, me pregunto, ¿hasta dónde realmente somos libres? Desigualdad social, fondos buitres, deuda externa, FMI… ¡Uf¡ Creo que no era por este lado el concepto de libertad al que aspiraba San Martín ni ningún otro prócer.
Digo esto entonces y rápidamente pienso en el antónimo de libertad, la esclavitud. A mí y a quienes nos tocó nacer en otra época donde tenemos el derecho natural a la libertad, nos cuesta creer la historia del amo y el esclavo. Es tan ilógica la idea de ser dueño de alguien.
Me enorgullece que en 1853 en nuestra constitución abolieran la esclavitud y el comercio de esclavos. Sin embargo, 167 años después no podemos decir que la esclavitud no existe. Tristemente convivimos con la trata de personas, la explotación laboral, el trabajo infantil y otras malas yerbas.
Ya por este camino, la libertad parece un anhelo imposible de concretar.
¿Dónde está la libertad cuando alguien decide sobre el derecho a la vida de otro?
¿Podemos hablar de libertad cuando como por arte de magia nos desaparece un chico como Facundo?
¿Y cuando la pobreza crece y muchos se quedan sin el pan de cada día? ...Cuando no tenemos la posibilidad de trabajar. Cuando la violencia se instala y las voces se callan. Cuando no alcanza la plata para comprar remedios. Cuando una obra social no se hace cargo. Cuando un chico no sabe leer y un abuelo no tiene donde dormir.
Es ahí cuando inevitablemente me pregunto, Libertad, ¿estás ahí?
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