Entre Rutas y Yardas

Entre Rutas y Yardas

 "Cuando el sábado 30 de noviembre, comencé la pequeña escapada, con destino a Villa Regina, mi mirada no pudo ser otra que la de aquél que mira con admiración y respeto el camino andado.

Ir por las rutas de mi hermosa Argentina, es encontrarme con la esperanza de un país mejor.
Es la imagen del trabajador en la inmensidad del campo, en soledad, arriba de una cosechadora, y ver las vacas y ovejas pastando.
Es ver la inmensidad y la belleza de nuestra tierra, y sentirme orgullosa cuando veo flameando nuestra bandera, en la entrada de cada pueblo que de pronto aparece al costado de la ruta.
Y así, luego de unas horas, salí de mi éxtasis para hacer una parada en Río Colorado, tierra del jabalí.
Almorzar frente al río fue el mejor plan, ya que pude apreciar otra bella postal. Con el intenso calor de ese día, el balneario tenía nenes jugando en la orilla, y hasta un perro callejero que no quiso perderse el chapuzón, y ladró con entusiasmo cada vez que hacían “sapito”.
Media hora después, contemplé nuevamente cada paisaje desde la ventana de mi auto.
El cielo estaba maravillosamente celeste, y unas nubes blanquísimas y enormes me dejaron jugar con la imaginación, hallando formas de conejos, dragones y rostros humanos.
Después, entre mates y la voz de Abel Pintos de fondo, me concentré nuevamente en los pueblos, especialmente cuando fui llegando a Chimpay, la cuna de Ceferino Namuncurá.
Prácticamente no había un alma, salvo la imagen del santo de la Patagonia, y algunos puestos de venta de cerezas.
Unos kilómetros más y por fin, visualicé la manzana gigante, monumento que nos da la bienvenida a “la perla del valle” (dato de color, este monumento curiosamente tiene mi edad). ¡Llegué a destino! Ciudad donde el Indio Comahue vigila desde la barda norte hasta la Isla 58, a orillas del Río Negro. Villa Regina, ciudad donde se respira otro aire…"

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